Mont Ventoux

IMG_20160619_140308«In the top, the wind is very dangerous!» Nos lo dice uno que acaba de bajar y que ha deducido, correctamente, que nuestros últimos preparativos son para lanzarnos a coronar el  gigante de la Provenza. Tampoco tiene mucho mérito, pues desde Bedoin no hay alrededor nada más que sea apetecicle ciclistamente hablando. Pero después de la pequeña paliza en coche y viendo que el día es de sol y calor, hay que subir los 25 kilómetros sí o sí. Aunque haga «algo» de viento.

Esta zona de la Provenza es preciosa. Sin duda debe acoger cientos de turistas, pero el número se incrementa con los que llegan decididos a desafiar a una de esas cumbres míticas del ciclismo. Una de las favoritas de los organizadores del Tour de Francia. Con sus cerezos en los primeros kilómetros, sus bosques en el transcurrir de la ruta, su parte más descarnada en el último tercio de la ascensción y, como no, el viento que acompaña toda la ruta, pero que se hace más presente cuando los árboles ya han desaparecido del recorrido. Un trayecto de esos en los que hay que poner un ritmo constante para poder disfrutar del puerto y asegurarse de poder corornarlo.

Compartir carretera con decenas de ciclistas que tienen el mismo objetivo siempre ayuda. Pese a tener que llevar cada uno su propio ritmo, la sensación de acompañamiento se agradece mucho. Algunos de los que nos encontramos llevan su propio equipo de auxiliares, o sea, familiares en coche que van siguiendo la apuesta de ese marido, mujer, abuelo o hijos que han decidido echarle un pulso a la bestia. Se paran cada pocos kilómetros para animar, dar agua, comida… incluso algún empujón si la cosa se pone seria.

Y es que la parte final, aquella donde la montaña se asemeja a una zona más propia de la luna que de la Tierra, la dificultad aumenta sensiblemente. No por los porcentajes, que se mantienen duros por igual, sino por la fuerza del viento, que empuja como no lo ha hecho antes. Así, es allí donde la lucha por avanzar metro a metro es más titánica, aunque la visión de la cumbre ayuda a no dejarse vencer. De hecho, quizá es más complicada esa zona de bajada, pues el viento obliga casi a descender a la mínima velocidad para asegurar no ser enviado a la ladera de un soplido.

No es de extrañar pues esa predilección de los cazadores de cumbres de tener este recuerdo en sus alforjas: kilómetros, porcentaje, sufrimiento, elementos incontrolables de la naturaleza, misticismo… Mont Ventoux.