Dolomiteando… (y 2)

img-20180615-wa0004.jpegTras el cappuccino y las tostas del café cercano como desayuno, y con las piernas en bastante buen estado tras la paliza del día anterior, nos dispusimos a afrontar la segunda jornada, con el rey Stelvio como gran protagonista. La intención inicial era subir desde Bormio hasta el cruce donde tomaríamos hacia el Umbrail Pass, la frontera suiza, y bajar hasta Prato para acometer la subida al Stelvio desde la otra vertiente. Por suerte se impuso la coherencia y la sensatez y decidimos disfrutar la ascensión entera desde Bormio y si quedaban fuerzas ya pensaríamos algo.

IMG_20180616_102241_HDRLa primera y agradable sorpresa fue comprobar como los participantes de la otra marcha con quienes compartíamos carretera el fin de semana tenían también el Stelvio como objetivo. Bueno, eso y sobretodo el hecho de que por este motivo se cerraba el paso al puerto a todos los vehículos que no fueran bicicletas. O sea, que íbamos a disfrutar de la ascensión sin peligro de coches ni motos. Impagable.

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La temperatura, como el día anterior, inmejorable. Totalmente de corto y ni una nube en el horizonte. Así, sin prisa y sin pausa, empezamos a devorar kilómetros formando parte de una serpiente multicolor, de una auténtica torre de babel de idiomas donde se oía inglés, italiano, holandés, alemán… vamos, que como somos del género callado no tuvimos muchos problemas.

IMG-20180616-WA0014_2El Stelvio es un puerto que impresiona. Allí todo es grande. Quizá en belleza le ganaría el Gavia, pero hay que admitir que el Stelvio produce respeto. Las esperadas tornanti son más bellas observadas que en el momento de recorrerlas. La distancia entre curva y curva es tan grande que no se aprecian bien hasta que miras hacia abajo.

IMG_20180616_120439_HDRPoco a poco se gana altura hasta la parte final, la más dura de la ascensión, y ahí ya se empieza a saborear la gesta. La animación en lo alto pone la guindilla. Arco de meta, música, speaker… Parece que lo tuviéramos todo previsto… somos unos hachas organizando salidas.

 

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En lo más alto, sin prisas, tomamos esas fotos que tantas veces hemos visto y que nos llevaron hasta allí. Poco después, el descenso… sensación de libertad… de objetivo cumplido… por lo menos el primero del día… porque el día es largo y hay algo muy cerca a lo que hay que acercarse.

IMG_20180616_165415_HDRAsí que, después de comer en la plaza de Bormio, a eso de las 4 de la tarde y con un calor que aprieta, emprendemos el camino nuevamente hacia el Stelvio, para coger el primer desvío hacia Premadio, el pequeño pueblo desde el que sale una pequeña ascensión hacia Torre di Fraele. Esta subida parece de broma después de lo que llevamos hasta ese momento, pero no lo es.

IMG_20180616_165603_HDRDe hecho empieza con unos kilómetros donde el porcentaje no baja del 7-8%, que sumados a la altura,  la temperatura y al cansancio, parecen mucho más. La ascensión tiene «sólo» unos 9 kilómetros, pero vale la pena no desisitir sólo para poder llegar a una zona de tornanti preciosa. Una maravilla para los sentidos ciclistas. En la cima, tras unos cientos de metros de sterrato, el lago Cancano, ideal para tumbarse a descansar un rato y apreciar más si cabe el lugar.

IMG_20180616_164951_HDREl descenso se realiza por la misma desierta carretera hasta Bormio. Se ha cumplido la última etapa de la escapada dolomítica y con ella un nuevo sueño ciclista. La mejor inversión en esta vida son las experiencias que se disfrutan. Tourmalet, Alpe d’Huez, Angliru, Mortirolo, Stelvio… parece que ya no quedan nombres por tachar de la lista. Pero mientras el bolígrafo tenga tinta para escribir nuevos retos no tendremos más remedio que seguir viviéndolos.